Dr. Rafael Fernández Hart, SJ: Sacerdote jesuita. Rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Magíster en Teología y doctor en Filosofía por el Centre Sèvres – Facultés Jésuites de París. Se ha especializado en los temas de diálogo entre filosofía y teología, el fenómeno religioso con especial incidencia en la mística.
Entrevista: Gianluca Fiorini
1.- ¿Tiene sustento señalar que la Reforma Universitaria ha afectado la autonomía de las universidades o que han habido decisiones tomadas más por motivación política que técnica? ¿Qué hay detrás de algunos actores (políticos, empresarios, etc.) que esgrimen estos argumentos?
Depende de lo que entendamos por autonomía universitaria. Si, so pretexto de autonomía, una universidad ofrece planes de estudio a granel y los cierra o modifica sin ninguna consistencia o sin poner cuidado en sus estudiantes, se corre el riesgo de someter a los estudiantes a los vaivenes del mercado y de los empresarios que se encuentran detrás de muchas instituciones educativas. Hemos tenido muy malas prácticas de autonomía universitaria. No son pocas las universidades que han actuado de un modo poco diligente. Además, la autonomía universitaria no está reñida con la exigencia de rendir cuentas (accountability). Rendir cuentas es un criterio ético que debe tener cualquier institución en el país especialmente cuando lo que está a la base de la reforma universitaria emprendida por la SUNEDU es un hecho verificable: un alto índice de egresados de universidades que no han sido capaces de insertarse en el mundo laboral debido a una formación deficiente. Ahora bien, no se puede decir que esta sea una deficiencia exclusiva de las universidades con fines de lucro (societarias). Aunque personalmente no me parece honesto lucrar con la educación, máxime en un país con tantas diferencias, hay que reconocer que existen universidades societarias que cumplen cabalmente con las condiciones básicas de calidad; incluso superan a muchas no lucrativas (asociativas). Sin embargo, me temo que las estadísticas evidenciarán que, de las 48 universidades con licenciamiento denegado, la mayor parte corresponde a universidades que tuvieron más de una oportunidad de introducir mejoras.
Usar el argumento de la autonomía universitaria con el fin de atentar contra la SUNEDU es manifiestamente un crimen contra los estudiantes a quienes se les utiliza para conseguir objetivos visiblemente mezquinos.
2.- ¿Cree usted que hayan aspectos a mejorar tanto en la SUNEDU como en la Reforma Universitaria en general? ¿De qué manera deberían darse estas mejoras y quiénes son los llamados a participar en esos debates?
Sin ninguna duda. Ahora bien, si nos enfocamos en el rol específico de la SUNEDU, hay que reconocer que ha ayudado mucho a que el sistema universitario se organice. Por ejemplo, se ha diseñado un plan para que haya orden, coherencia, respeto de los estudiantes y de sus intereses por ser formados, entre otras muchas cosas. Definir las condiciones básicas de calidad fue esencial para poder ofrecer de modo estandarizado por lo menos lo mínimo de lo que deben ofrecer las universidades y de lo que pueden esperar los estudiantes y sus esforzados padres y madres.
Así como las universidades tienen que diseñar planes de mejora de manera permanente, muchos rectores esperarían lo mismo por parte de la SUNEDU. Las universidades (dialogo con frecuencia con muchos rectores) no solo han debido invertir para crecer y mejorar (lo cual no está mal), sino que prácticamente han debido montar oficinas para absolver casi exclusivamente los requerimientos de la SUNEDU. Enumero brevemente algunas cosas que considero que la SUNEDU debería considerar:
- Sobre su rol general. Si la SUNEDU solo es inquisidora, se empobrece y empobrece al sistema universitario. Más bien, muchos rectores, después de haber obtenido con sacrificio el licenciamiento, esperarían que esta superintendencia asumiera un rol de acompañamiento y que así demostrara algo más de flexibilidad ¿Por qué no podría hacerlo? ¡Por qué paralizarse en un modelo de gestión punitivo y fiscalizador como si la propia SUNEDU no se fiara del licenciamiento que ha ofrecido? Es verdad que ese es el papel tradicional de una superintendencia, pero no debería hacerse una analogía entre, por ejemplo, la SUNAT u otras instituciones parecidas y la SUNEDU. En esa analogía, la SUNEDU pierde y ha perdido.
- Autonomía vs infantilización. Mi breve experiencia como rector me ha enseñado que existe una relación directamente proporcional entre el grado de vigilancia-fiscalización y la infantilización. A más fiscalización, mayor infantilización también. ¿Qué modelo de universidad quiere promover la SUNEDU? Mi temor, basado en hechos, es que tendremos universidades con autonomía, sí; pero sin deseos de innovar y de crear porque es engorroso, oneroso y difícil.
- Universidades grandes vs universidades pequeñas. Otro serio problema de la SUNEDU es que tiene una medida que está pensada para universidades de gran tamaño. Hay que decir con sinceridad que las universidades de talla pequeña, y cuya fortaleza es el seguimiento más o menos personalizado, está obligada a crecer o desaparecer. Así, por ejemplo, se exige que todas las universidades tengan un conjunto de servicios, algunos de los cuales no parece indispensable cuando el Estado cumple con su rol frente a la sociedad.
- Lima vs el país. Algunas disposiciones son complejas porque no toman en cuenta la realidad de las universidades que están fuera de Lima. Sabiendo que Lima concentra un tercio de la población del país, no es exactamente igual conseguir profesionales de nivel para dictar clases o investigar en todas partes. Esta realidad tiene que ser revaluada por la SUNEDU y si bien, lo que ha realizado hasta ahora, tanto en este punto como con otros es aplicar la ley universitaria, hay que reconocer que esta ley tiene algunos vacíos y deficiencias que ya podrían corregirse. Me temo, sin embargo, que el Congreso de la República no será el espacio en el que se generarán las verdaderas y necesarias correcciones.
3.- ¿Considera que las autoridades técnicas y académicas están abiertas a recibir las posturas y requerimientos de los estudiantes? ¿Cree que una recomposición de SUNEDU haría que sea más díficil para los estudiantes ser escuchados?
La SUNEDU ha asumido un rol prioritario. A mi modo de ver se trata de un primer paso en una reforma educativa que tiene que mirarse en perspectiva. En este sentido, la reforma tiene que incluir a todo el sistema de educación superior y a la educación básica en todas sus modalidades. Tenemos demasiado tiempo de retraso y se han engendrado penosas diferencias. Dicho sea de paso, si no existe una visión de conjunto, muy poco podrán hacer las universidades para cubrir limitaciones y carencias en la formación. Los estudiantes deberían acceder a la formación superior con un proyecto de vida bien forjado de tal modo que no elijan estudiar un oficio o carrera solo por apuro, por dinero o de acuerdo con intereses mal planificados. La cuestión puede ser más compleja porque elegir un oficio o carrera debe valorar también las necesidades del país y las características del estudiante. Hablamos, por lo tanto, de una reforma que supone un trabajo concienzudo de varias décadas. Esto no se arregla con un gobierno; aunque, la verdad, un gobierno distraído o ineficiente sí puede retrasarnos mucho más. Al margen de toda intención política, es innegable que cambiar la ruta de un ministerio de educación con relativa frecuencia debilita cualquier trabajo de envergadura.
En este sentido, la SUNEDU ha estado muy atenta a la voz de los estudiantes. No olvidemos el plantón que se organizó en las afueras de la SUNEDU en defensa de la educación de calidad. Quienes participaron de ese plantón, fueron los estudiantes que es la razón de ser de las universidades. Ya quisiera que hubiera manifestaciones de este tipo en la puerta de cualquier otra superintendencia para defenderla del poder de turno. Ahora bien, las instituciones públicas no pueden vivir de la popularidad. Ese no es el objetivo. Su rol es velar por el bien común. Y aunque la SUNEDU resulte incómoda, prefiero mil veces a la SUNEDU que al desgobierno que existía antes.
La recomposición del consejo directivo solo debilitará a la SUNEDU y no se entiende el sentido de esa iniciativa parlamentaria a menos que se introduzcan variables de carácter político.