#AgendaCiudadana: Américo Mendoza Mori

(Ica, 1987) Docente en el programa de Etnicidad de la Universidad Harvard. Investigador en temas de América Latina, políticas culturales, literaturas y lenguas originarias.

Entrevista: Gianluca Fiorini

1.- Hay quienes consideran que además de un enfrentamiento político o programático, la segunda vuelta electoral del 2021 consistió también en un enfrentamiento de dos concepciones distintas sobre lo que significa ser peruano/a. ¿Qué opinas de esta proposición? ¿Qué más nos mostró el enfrentamiento entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo en relación a cómo nos percibimos como sociedad?  

Es esperable que durante los períodos electorales se genere polarización. Pero para las elecciones peruana de 2021, en especial la segunda vuelta, los candidatos fungieron como arquetipos sociales, en donde se evidenciaron prejuicios étnicos y prácticas de discriminación. El enfrentamiento entre Fujimori y Castillo, dejó de ser programático para varios agentes políticos y medios de comunicación,  reduciéndolo a la idea que había que preservar un estado limeño/criollo frente a una supuesta amenaza de los ciudadanos andinos. Esto llegó al extremo de cuando se usaron símbolos de supremacía blanca en diferentes manifestaciones públicas contra Castillo y que al mismo tiempo estas no fueron abiertamente rechazadas por políticos y prensa. Tenemos mucho que reconcilliar.

2.- ¿Consideras que en lo que va del gobierno de Pedro Castillo se han abierto nuevos debates en materia de pluralidad y multiculturalidad? ¿Cuáles, por ejemplo? ¿Consideras que estos debates están siendo canalizados de manera adecuada por las instituciones y la opinión pública? ¿Por qué?

En el gobierno de Castillo todavía es difícil señalar con claridad políticas públicas en materia de multiculturalidad debido a la alta rotación de ministros en los últimos meses.

Aquí algunos aspectos para resaltar:

  • La designación de Rocilda Nunta Guimaraes al viceministro de Interculturalidad, primera mujer indígena amazónica que ocupa un cargo alto en el Estado, es muy positiva.
  • Durante el inicio del gobierno de Castillo, los entonces ministros Bellido y Gálvez hicieron uso público del quechua, una de nuestras lengua oficiales :en el congreso, en mítines, en asambleas comunitarias, en los medios. Por un lado, este acto fue recibido con bastante resistencia por algunos políticos e incluso medios de comunicación de la capital peruana. De pronto para algunos (como el caso de la presidente del congreso) el hablar quechua podía ser interpretado como ‘ofensivo’. Pero por otro, se generaron debates sobre la necesidad de tener una infraestructura multilingüe y multicultural para los millones de hablantes de lenguas indígenas en el Perú (alrededor del 15 por ciento de país, según el censo del 2017). El acceso de servicios como salud, educación y justicia en lenguas originarias es una forma concreta de cerrar brechas de desigualdad. El hecho que se haya politizado y reducido a toda una lengua como el Quechua, hablada por millones, a apenas dos personas, nos demuestra que hay un vacío en la representación de los hablantes de lenguas originarias en nuestra escena pública y política. Esto tiene que cambiar.
  • Recientamente, organizaciones indígenas como Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana(AIDESEP) han denunciado que mediante de la flexibilización de algunas normas del Ministerio de Educación, se estaría retrocediendo en materia de Educación Intercultural Bilingüe (EIB). Esta puede ser una oportunidad para que el gobierno promueva canales más directo de diálogo y así pueda servir mejor a las diferentes comundiades vulnerables.

3.- ¿Cuál es la base en la que se fundan los discursos que buscan censurar estos debates? ¿Por qué es que estas postura son tan fuertes? ¿Cuál es el resultado de haber buscado censurar estos debates durante toda nuestra historia? ¿Qué podría pasar si los seguimos censurando?     

Estas censuras están alimentadas por grupos que están siguiendo similares estrategias políticas de otras organizaciones conservadores a nivel global: entre sus herramientas funciona mucho la desinformación (las llamadas ‘fake news’), el uso de simbología o retóricas de supremacía blanca y la invención de un antagonista común. Esto termina ideologizando a muchas personas.

Ocurre que siempre es díficil admitir que en nuestras propias prácticas cotidianas perviven legados históricos de discriminación y jerarquías. Reconocer la existencia de privilegios viene con la responsabilidad de buscar maneras de renunciar a dichos beneficios en favor de una sociedad con mayor igualdad de oportunidad. Inclusive: que busquemos formas de reparación social, como ya ha ocurrido en otras partes del mundo. 

Hacer estos cambios nos beneficia a todos ya que una sociedad que aborda sus problemas de fondo en el mediano y largo plazo podrá ser más democrática, justa y eficiente.

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