Una taza de café cargado y una conversación sobre política cerca a un parque podría ser la raíz de todo. ¿Qué hacer ante esta crisis?, aunque es una pregunta constante en el Perú, fue una de las que surgió en aquella ocasión. Un gobierno débil de PPK y un congreso de mayoría fujiaprista dibujaban un panorama muy complejo para el país, lo que resulta curioso porque no teníamos idea nada de lo que vendría en los próximos años.
- ¿Qué podemos hacer desde la ciudadanía?
- Pero, ¿cuál ciudadanía?
- …
Por más que desde varios de espacios progresistas nos guste mencionar a la ciudadanía como el actor principal de las luchas o como el garante central de la (imperfecta) democracia, en el caso peruano parecía ser solo un denominación, un título vacío, una profesión no ejercida. De allí que surgiera un silencio luego de esa pregunta. La denominación estaba pero no el actor, ya que por décadas los gobiernos trabajaron por construir consumidores pero nunca ciudadanos que cumplan sus deberes y que exijan por sus derechos de manera articulada y en la arena política.
En el texto “Dimensiones de la democracia radical” (2012), uno de los que nos guiaron desde el inicio, Chántall Mouffe junto a otros autores deconstruye el término ciudadanía y lo sitúa como el eje central en el proceso de radicalizar la democracia. Con esta ciudadanía, vinculada a la participación, reconocida en base a identidades colectivas y discursos plurales, podría trabajarse para impulsar la libertad y la igualdad con mayor fuerza para todos y todas. En el caso peruano, como se mencionó previamente, no teníamos ni la piedra angular.
- Entonces tendremos que construir ciudadanía.
- Perfecto, pero, ¿con quién?
- ¡Los jóvenes! En ellos está la posibilidad.
Y la posibilidad estaba allí, siempre lo ha estado, pero los políticos parecen haberlo omitido en los últimos años, tal vez como una clave para mantener el status quo donde ellos reinaban. La (única) Encuesta Nacional de la Juventud de SENAJU mostraba en el 2011 que a un porcentaje de los jóvenes ya le interesaba la política, pero los canales de participación estaban rotos. Los partidos políticos no funcionaban para los jóvenes (aun no lo hacen) y no les brindaban confianza (menos del 10%). Su rigidez y ausencia de capital político habían abierto una brecha enorme, que más que un problema, planteaba una posibilidad.
El colectivo Es Momento surge de eso, de la posibilidad y las ganas de actuar inmediatamente en luchas que tienen décadas empolvadas bajo las típicas frases de “aun no es momento” o “hay cosas más importantes” que han venido utilizando los políticos de siempre para dejar de lado todo aquello que les parecía muy complicado para sus mentes estrechas o muy ajeno a sus intereses (negocios): los derechos de las mujeres, de la comunidad LGBTQ+, de los trabajadores, de las comunidades indígenas y de tantas luchas más.
Desde ese primer café cargado a las reuniones más avanzadas pasaron varios meses en cafés del centro. Aún no se era colectivo, solo un grupo pequeño con bastantes ideas y una cuesta arriba muy grande. Fue en el marco del primer intento de vacancia de PPK, cuando parecía que el congreso lleno de naranjas podridas iba a acabar con la débil democracia, que el grupo se volvió colectivo. Los invitados a una reunión tuvieron una explosión de ideas, de preguntas, de quejas hacia el sistema político, dejando en claro que nadie se había preocupado por dar a los jóvenes esos espacios para formarse y hacer política. Ese espacio público se hizo necesario y la construcción de ciudadanía tenía que pasar por ahí.
Con ello, decidimos en el colectivo el abrir espacios para construir esa ciudadanía que necesita el Perú. Si con las puertas cerradas de los partidos arcaicos, no se podía hacer nada, nos tocaba abrir las ventanas a todos los posibles espacios donde los jóvenes pueden dar sus primeros pasos para conocer la política y ejercerla para el beneficio de todos y todas. ¡Y vaya tarea titánica! A los jóvenes del Perú, en el sistema que nos han dejado los dinosaurios, no nos educan para pensar en colectividad, nos enseñan a pensar solo como individuos, convirtiendo en fantasmas a los derechos colectivos y a la idea de articular luchas. Nos tocó aprender en el camino, y seguimos en eso.
Las luchas del 2020 demostraron que teníamos que ir con mayor firmeza con el fin de abrir esos espacios de participación política. Los jóvenes tomaron las calles y las redes, convirtiéndose en una avalancha democrática que los dinosaurios (de ambos lados del espectro político) no pudieron contener ni controlar. No podrán hacerlo por más que lo intenten y ahora, debilitados, terminan renegando de los jóvenes. Más colectivos hermanos surgen, más espacios para conocer sobre cómo hacer política se abren camino y los jóvenes se politizan. Se reafirmó el año de la pandemia y la defensa de la democracia que la ciudadanía es la clave.
Construir el colectivo fue hacia esa ruta, el desarrollar la ciudadanía que muchos no quisieran que existiera, porque con ella se podrían dar pasos firmes para cambiar el país. Una ciudadanía entendida como un verbo, una acción democrática, que debe incluir opinar, analizar, exigir cuentas a los políticos, participar, proponer, crear, protestar y postular. Los espacios se fueron abriendo uno tras otro, como los cafés virtuales inspirados en los escenarios físicos del centro de la ciudad donde nació el colectivo o este mismo Politeama; a su vez, los jóvenes fueron llegando a Es Momento para construir esa cantera política. Han pasado 3 años de aprendizaje y creación política constante, y quien escribe este texto termina su periodo a la cabeza del colectivo, que tendrá en adelante una gran presidenta para dar los siguientes grandes pasos.
- ¿Cómo nos llamaríamos y con quién sería? ¿A quién se te ocurre que podemos convocar?
- Pide la cuenta y vamos caminando. Ya se nos ocurrirá en el camino…
Han pasado más de tres años, el camino sigue y las ventanas de los espacios políticos en Es Momento seguirán abriéndose. En el colectivo todas y todos están invitados a sumarse a hacer política y construir juntos/as ciudadanía… porque es el momento.
Cristhian Rojas es comunicador y magíster en ciencia política. Ha sido presidente del Colectivo Es Momento del 2018 al 2020.
Diseño de imagen: Cristhian Rojas