Los actos simbólicos siempre son importantes porque, cuando estos están relacionados con las metas de una comunidad, fortalecen los lazos que la unen, motivan esfuerzos y recuerdan el compromiso con lo trascendental. Debido a esto, la memoria deviene muchas veces en un campo de confrontación entre lo que debe y no debe ser recordado; si no, cómo explicar la destrucción del memorial dedicado a Inti Sotelo y Bryan Pintado, ubicado en el centro de Lima, o el más reciente ataque contra ‘El ojo que llora’.
Sin embargo, han existido otros hechos que siguen una motivación similar. Un sector político y periodístico, cercano a los grupos golpistas, menospreciaron las protestas e intentaron deslegitimarlas desde que estas empezaron. Nos acusaron de violentos, cuando los manifestantes fuimos solo con nuestra indignación y voz. Luego, la misma noche del 14 de noviembre, ese mismo sector salió a negar la violencia excesiva de la policía. Aunque, lo más infame vino después, cuando quisieron invalidar nuestro justo homenaje a Inti y Bryan mostrando sus antecedentes policiales, como si esa información justificara sus muertes. Así, aún al día de hoy, salen a negar la validez de todo acto de memoria.
Boicot a la memoria
Los que reprimen y niegan la violencia tienen recursos y, por ahora, poder. Manuel Merino ha salido públicamente a justificar sus actos e intentó boicotear las actividades oficiales en torno al 14N, como la muestra fotográfica que ha organizado el Lugar de la Memoria (LUM) y que acompaña el memorial de Inti y Bryan que se encontraba en el Parque Kennedy. Por ahora, ese intento ha fracasado, pero sabemos que el LUM no puede guardar el memorial por siempre, así que estamos atentos a su futuro. Y así como Merino, la Policía Nacional del Perú ha amedrentado y reprimido manifestaciones válidas de recuerdo y de lucha. El 6 de diciembre, la policía impidió, en varios sitios de Lima norte, que compañeros y compañeras se manifestaran sobre lo ocurrido el 14N, en un indignante acto de represión.
A pesar de esto, no debemos rendirnos ante quienes tratan de evitar que Inti y Bryan sean parte de nuestra historia. Ellos, antes que una estadística más, fueron hijos, hermanos y amigos. Hoy, quienes los querían lloran su ausencia y nosotros no podemos quedarnos en silencio. ¿Cómo podríamos siquiera olvidarlos? Esos días de lucha después del golpe, tanto ellos como miles de jóvenes entendimos que debíamos estar en las calles para derrocar la infamia, el autoritarismo, la corrupción y la miseria política. Cómo no recordarlos si estuvimos hermanados en cada jornada, en cada cacerolazo, en las calles, en la valerosa primera línea sofocando cada bomba lacrimógena o en la brigada de primeros auxilios. Además, cómo no reconocernos en la fatalidad si cada uno de los que salimos aquel trágico 14N pudo ser una víctima fatal como Inti y Bryan.

Justicia urgente
Necesitamos justicia para ellos y todos los heridos. Esto implica penas ejemplares para quienes presionaron el gatillo y dictaron las órdenes. También, debe haber sanciones políticas, porque quienes promovieron la asunción al poder de Manuel Merino siguen conspirando sin culpa, por lo que esperamos que esto se discuta en la campaña presidencial 2021. El Estado debe, además, indemnizar a los afectados y responder por los gastos de los tratamientos tanto físicos como psicológicos de los heridos, algunos de los cuales tienen secuelas de por vida y no se les debe abandonar.
En nombre de nuestros deudos debemos luchar por el fortalecimiento de los valores democráticos: respeto a la libertad de expresión, respeto a la protesta y respeto a la vida. Lamentablemente, el abuso demostrado nos hizo retroceder 30 años en asuntos de derechos humanos, lo que nos recordó tiempos nefastos cuando las muertes, desapariciones y torturas eran prácticas comunes. Creímos que aquellas épocas de terror eran parte de un pasado superado, que nuestra generación solo conocía por los libros de historia, pero el pulso autoritario siempre revolotea alrededor del poder.
Está en cada peruano y peruana defender la libertad y la democracia. Esa es la primera labor que emprendimos como generación. Por eso, urge una reforma policial, porque protestar no debe ser sinónimo de cierre de imprentas, de perder un ojo, la movilidad o, peor aún, la vida. Hace poco, Jorge Muñoz, de 20 años, moría víctima de un proyectil en la cabeza por el simple hecho de salir a protestar. Este acto debió significar, como mínimo, el retiro del mando policial a cargo; sin embargo, los culpables siguen en sus puestos y la esperanza de justicia se hunde en una maraña legal y en un perjudicial espíritu de cuerpo que no puede continuar.
Una nueva estación de memoria: la Av. Inti Sotelo y Bryan Pintado
Hace unos días, la Municipalidad de Lima colocó una placa en el lugar donde hirieron de muerte a Inti Sotelo; no obstante, la misma no menciona sus nombres y se la dedica a los «jóvenes del bicentenario». Nosotros, los «jóvenes del bicentenario», tenemos un deber con ellos: seguir luchando por los ideales que defendieron, pero también mantener vivo su recuerdo. El reconocimiento con nombre propio es a la vez el reconocimiento a todos nosotros. Por ello, es necesario que el recuerdo encuentre su cauce en un acto concreto y visible, que puede nacer de la ciudadanía, como un ejercicio de vida democrática. Nosotros, movidos por la indignación y la necesidad de recordar a Inti y Bryan, iniciamos una campaña para que la actual Av. Nicolás de Piérola cambie de nombre a Av. Inti Sotelo y Bryan Pintado. Creemos que cambiar de nombre a la avenida es un homenaje, pero también un recordatorio para lograr un nuevo pacto social, sustentado en nuevos valores democráticos.
Paradójicamente, Inti Sotelo y Bryan Pintado encontraron la muerte en una avenida que lleva el nombre de un personaje oscuro de nuestra historia. Nicolás de Piérola, ministro y presidente del Perú, fue un político cuya carrera estuvo plagada de hechos de dudosa legitimidad. Aunque algunos historiadores, como Jorge Basadre, argumentan a favor de su gestión y de sus políticas económicas (1895-1899), hay documentación fehaciente que prueba que él le hizo mucho daño al Perú.
Recordemos, por ejemplo, que, como ministro de Hacienda del gobierno de José Balta, fue el gestor y defensor (por décadas) del cuestionable contrato Dreyfus, que defraudó al Estado y generó pérdidas millonarias que llevaron al país a la bancarrota. Asimismo, en plena guerra con Chile, dio un golpe de estado (tras dos intentos fallidos), compró armamento defectuoso y se apropió de fondos que estaban reservados a la defensa nacional. Después de su exilio (1882-1883), regresó al país y fue elegido presidente y aplicó diversas medidas para su enriquecimiento personal a costa del erario público. Finalmente, fue un conspirador incesante con múltiples insurrecciones en su haber y ataques a la libertad de prensa.

Ironías de la vida, Inti Sotelo y Bryan Pintado encontraron la muerte luchando contra un golpista en una avenida que lleva el nombre de otro similar. Por tanto, esta es una oportunidad única para reescribir la memoria evocada en el espacio público. Cabe recordar que a Piérola se le reconoce por ser el modernizador del centro de Lima y las grandes obras ferroviarias, lo que, para algunos, lo convierte en el mejor presidente del siglo XIX. Es extraño, pero ese sonsonete ya lo conocemos: «robó, pero hizo obra». Más de 120 años y todo parece igual, mas no debe seguir así.
Dicen que somos una generación especial, pero lo que nosotros queremos es una verdadera democracia y no una que promueva una política donde solo vale la coima, las repartijas, el insulto y la mentira. Esa democracia, en la práctica, nos ha sumido en la desigualdad, no respeta la libertad, busca el beneficio personal y no duda en matar a hombres y mujeres con tal de seguir manteniendo la cuota de poder. Que este cercano Bicentenario sea la celebración por la instauración de un país de igualdad y fraternidad. Ahí están las razones que justifican nuestro pedido por lograr tener la Av. Inti Sotelo y Bryan Pintado: queremos nuevos valores en la política y en nuestras vidas.
Súmate y hagamos esto juntos: por Inti, por Bryan, por Jorge, por los heridos y por el mañana.
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Edición: Samir Valberde
Foto de portada: RPP