Para las próximas elecciones congresales extraordinarias 2020, son 22 los partidos que han presentado listas a nivel nacional con la finalidad de conseguir representación en el próximo -aunque efímero- parlamento. En estas listas elaboradas con prontitud y que en muchos casos no logran cumplir aspectos como paridad y alternancia, también se hace notorio que el porcentaje de candidatos que son parte de las generaciones jóvenes se encuentra por debajo del nivel de representación que estos sectores tienen en el electorado nacional. Según cifras de la ONPE, dentro del padrón electoral, los jóvenes votantes entre 18 y 39 años -agrupando las generaciones de centennials y millennials– representamos el 49.77% del electorado nacional; sin embargo, nuestra generación solo agrupa cerca del 28% de las candidaturas presentadas (El Comercio).
La exclusión de jóvenes de las candidaturas también tendría una correlación directa con aspectos estructurales/organizacionales de los partidos. El Registro de Organizaciones Políticas (ROP) del Jurado Nacional de Elecciones, muestra que los niveles de inscripción de jóvenes (entre 18 y 29 años) en partidos políticos hacia el año 2018 alcanzaba solo un 8.4% promedio del total de afiliados. Las agrupaciones que figuraban con mayor proporción de jóvenes eran el Partido Morado con 31.11%, Podemos Perú con 30.38% y Solidaridad Nacional con 28.04%; mientras que los partidos tradicionales aparecen al final de la tabla con los menores niveles de jóvenes inscritos: PPC con 3.49%, Acción Popular 2.85% y el APRA con 0.04%.
Es simbólico que sean los partidos con mayor historia en la política peruana los que tengan menores porcentajes de participación juvenil. Pareciera que sus padrones electorales envejecieron con ellos, dejando de ser marcas políticas atractivas para la gran mayoría de las nuevas generaciones. Al mismo nivel de importancia, el ROP muestra además un aspecto clave de la participación juvenil en las estructuras partidarias: la cantidad de jóvenes en cargos directivos de las agrupaciones.
En ningún partido los jóvenes han logrado ocupar más de 7 cargos directivos del total que ofrece cada agrupación. Es más, en el Partido Morado, Alianza para el Progreso (APP), Somos Perú, Fuerza Popular y Perú Nación los jóvenes solo ocupaban un cargo directivo de toda la organización (seguramente la secretaría de juventudes); mientras que en Acción Popular y el Partido Humanista (JP) solo ocupaban 2 cargos respectivamente.
De esta manera, aunque casi la mitad del padrón electoral está conformado por las generaciones jóvenes, los votantes no encuentran la misma proporción de representación entre las listas al congreso. ¿A qué se podría deber esta disonancia? Por un lado y a primera vista, nos muestra el poco interés que tienen los partidos políticos inscritos en impulsar efectivamente la participación juvenil en la actividad pública; viéndose obligados a “otorgar” cupos para cumplir cuotas, pero sin mostrar un compromiso real de romper los diversos “techos de cristal” que tienen que superar jóvenes para poder consolidar una candidatura.
Además, considerando que en algunos partidos se coloca precio a las postulaciones, se suman aspectos para que jóvenes, sin mayor poder adquisitivo, se vean excluidos de participar activamente en los procesos electorales. Quedan así, relegados a ser parte de las compañías que apoyan campañas, pero lejos de los roles protagónicos. ¿Cómo impulsar una política diferente y diversa si hasta el postular tiene un alto precio económico?
Lamentablemente, una secretaría nacional de juventudes en el partido (como un canal oficial de participación política) no basta para poder renovar las ideologías de las agrupaciones -entre aquellas que las tienen-, cambiar las reglas de juego internas para abrir posibilidades de participación a más jóvenes o ejercer una presión real sobre los comités partidarios. Los políticos de la vieja escuela han creado un status quo dentro de los partidos que no tiene posibilidad de ser cuestionado. Tal vez no sea la expresión de un miedo a lo que los jóvenes pueden hacer en política, pero parece existir, más allá de los discursos y tuits de algunos líderes, un desprecio a las nuevas generaciones.
“Los griegos estuvieron convencidos de que la mutabilidad que se da en el mundo de los mortales en cuanto tales no podía ser alterada, debido a que en último término se basa en el hecho de que los jóvenes, quienes al mismo tiempo eran los ‘hombres nuevos’, estaban invadiendo constantemente la estabilidad del status quo.” (Arendt, 1963)
El control sobre el rol de los jóvenes en los partidos políticos, relegándolos a un espacio secundario, crea un círculo vicioso que estanca las propuestas políticas y la renovación de las ideas dentro de estas instituciones. La ausencia de ideas frescas, posibilidades de crecimiento y rostros representativos para las nuevas generaciones, produce que los mismos partidos debiliten su capital político frente a los jóvenes.
La Encuesta Nacional de Hogares del 2018 mostró que los partidos políticos se encontraban entre las últimas opciones de participación efectiva para los jóvenes (1.3%), muy por debajo de asociaciones vecinales, rondas campesinas y asociaciones profesionales. Además, la misma encuesta muestra que el 94% de las y los jóvenes confía poco o nada en los partidos políticos. Algo que no es difícil de justificar. Esa fuerte desafección va hacia los elefantes blancos de la democracia que son los partidos políticos actuales y que, como se ha visto, excluyen a los jóvenes a roles secundarios y los alejan de la toma de decisiones. Este aspecto se toma como de alta importancia para la Política Nacional de la Juventud (DS Nº 013-2019-MINEDU) promulgada este año, donde se señala que “si bien existen mecanismos institucionales de participación, muchas veces estos son poco eficientes dado que existen barreras a la participación generadas por los prejuicios y el adultocentrismo”.
“Los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta es siempre acusadora y juez de la generación que desciende.” (Gonzales Prada, 1888)
Con este escenario, la posibilidad ideal de generar un cambio para los jóvenes en política es impulsar una gran reforma trasversal de las oportunidades de participación que tienen en los partidos políticos. Permitirles ser los agentes centrales de cambio político tomando los liderazgos en agrupaciones y bloques políticos impulsará la renovación de ideas, el refrescar las marcas políticas y (re)pensar en nuevas vías para solucionar los problemas del país. Consideremos que existe un sector de jóvenes que sí se encuentra interesado en la política, como mostró la Primera y única Encuesta Nacional de la Juventud desarrollada por la Senaju el año 2011. En ella, el 47.7% de los jóvenes se declaraban interesados en la política con una identificación de independientes, mientras que el 14% se declaraba interesado y era simpatizante de alguna organización, y solo 1.2% era miembro de algún partido o agrupación política. Entonces, ¿por qué seguimos con una política dominada por generaciones pasadas?
Más de la mitad de los jóvenes tendrían algún tipo de interés en política con el que se puede trabajar desde colectivos, asociaciones y partidos políticos que les ofrezcan opciones reales de participación, pero no se podrá con el sistema de estructuras partidarias actual. Considerando que nuestras dos grandes propuestas políticas reformistas en el Perú llegaron de la mano de agrupaciones construidas y lideradas por jóvenes, el APRA y el Partido Comunista en los años 30, y Acción Popular y la Democracia Cristiana en los años 60, tenemos ejemplos para un nuevo proceso liderado por las y los jóvenes a la obra. Es momento de flores y frutos nuevos en política.
Cristhian Rojas es comunicador y politólogo de la PUCP. Actualmente se desempeña como presidente de Es Momento y es docente e investigador académico.
Edición: Alejandra Bernedo
Diseño de imagen: Cristhian Rojas