Escrito por Marisa Glave* (@MarisaGlave)
Muchas veces olvidamos que las conductas hoy sancionadas, social y penalmente, eran antes aceptadas cotidianamente. Recordemos, por ejemplo, todo lo que tuvo que pasar para que una mujer pudiera denunciar que su esposo la agredía física o sexualmente. De hecho, es hace relativamente poco que la sociedad entiende que una violación sexual dentro del matrimonio es también una violación. No importa quién sea, sólo es relevante si hay o no hay consentimiento de parte de la mujer.
Acostumbradas a tener en espacios de poder a hombres que normalizan la violencia machista, la decisión de denunciar no es fácil. Si pudimos tener a un Cardenal diciendo en una radio de alcance nacional que las mujeres se ponen en escaparates y por eso las agreden, o tener a un parlamentario burlándose del “zaz” por la comisión de un delito de tocamientos indebidos, ¿cómo no vamos a tener mil opinadores en redes sociales que deciden echarle la culpa a la víctima? “Ella no debió vestirse así”, “ella no debió tomar”, “ella no debió salir sola”. Ella es transformada en responsable por el deseo que causa a otro, que siendo el victimario se convierte casi en la víctima.
Si mujeres que sufren violencia física grave o violación sexual tienen que pasar por la agresión social asolapada, imaginen el acoso, que es una manera más sutil y cotidiana de violencia machista contra la mujer. Recién en agosto del año pasado, por la visibilidad de casos de mujeres acosadas y sin poder hacer nada para defenderse, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, en el marco de la delegación de competencias del Congreso, promovió el Decreto Legislativo Nº 1410, que incluye en el código penal los siguientes delitos: acoso; acoso sexual; difusión de imágenes, material audiovisual o audios con contenido sexual; y chantaje sexual.
Hace sólo 6 meses tenemos un marco legal que nos protege. En el año 2015, se aprobó la Ley Nº 30314, Ley para prevenir y sancionar el acoso sexual en espacios públicos pero la misma solo contemplaba sanciones administrativas, por lo que no llegó a incorporar el acoso como un delito. Yo no era congresista en esa época, pero recuerdo el debate pues lo seguí por la televisión. Era realmente desagradable ver a señores parlamentarios decir que ya no podrían ir a la playa porque “no podrían mirar a las mujeres en ropa de baño”. Otros decían que “en el Perú, ya no se podría ni hacer un piropo”.
Esta norma, a la que le hacemos seguimiento desde mi despacho, ha tenido una lenta implementación, pero, finalmente, las autoridades locales han llegado a entender su importancia. Solo en Lima, tenemos más de 20 municipalidades que, cumpliendo la ley, han aprobado las ordenanzas para actuar en caso de acoso callejero. La última fue la Municipalidad de Magdalena y en estas semanas debe aprobarse la de San Bartolo. Con la incorporación del acoso como delito, ahora tenemos más herramientas para trabajar junto a los municipios y a los operadores de transporte, para tener ciudades, calles, plazas y sistemas de transporte más seguros para las mujeres y niñas.
Pero no se trata sólo de normas, se trata de cambios sociales y culturales que demoran mucho. La violencia machista hacia las mujeres está enraizada en nuestra sociedad. Se reproduce cotidianamente y requiere que hagamos un doble esfuerzo: poner a funcionar a los organismos de administración de justicia, pero también enfrentar el debate público.
Cuando me avisaron que el Ministerio de la Mujer había presentado una denuncia contra el señor César Rojas Vidarte por la publicación de comentarios sexistas y lascivos sobre mí en sus redes sociales, y por utilizar medios de comunicación virtual y escritos para poner en evidencia su acoso, decidí que tenía, no sólo que confirmar esa denuncia ante el Ministerio Público, sino ampliarla con todos los elementos que pude conseguir sobre el acoso que estaba sufriendo. No es fácil. No es rápido. Genera ansiedad. Cansa. Revictimiza. Duele. A veces lees comentarios o percibes actitudes de personas cercanas que te sorprenden, que parecieran indiferentes frente a lo que estás viviendo. Nunca falta el desatinado que hace comentarios sexistas al respecto, supongo que pensando que es gracioso, o el que tiene la pésima idea de decirte que deberías sentirte agradecida por tanta atención. Luego, escuchas a la persona que te ha agredido diciendo que todo esto “era sólo una broma”.
No es broma. El acoso no es una broma, es una acción que genera efectos en otra persona, que perturba su tranquilidad y la afecta de distintas maneras. No es un piropo. Un piropo tiene como objetivo hacer que la otra persona se sienta halagada y ello, no puede compararse con comentarios que ofenden o denigran. Decirle a alguien, sin su consentimiento, comentarios cargados de contenido sexual es una práctica machista a la que nos han sometido durante muchísimo tiempo. Tiempo en el que la sociedad lo toleró porque “así son los hombres” y entonces las mujeres teníamos que aceptarlo.
Se acabó. Así no son los hombres, así son los acosadores y ahora es un delito. Nos toca a nosotras denunciar y superar juntas el rato difícil y la ansiedad. Nos toca hacer que las leyes se cumplan y que los operadores de justicia implementen las herramientas que hoy tenemos para defendernos.
El cambio no será inmediato. Seguiremos escuchando comentarios desatinados como “mejor cásate ya linda para que no te estén acosando”, como si se tratara de una práctica permitida por el solo hecho de ser una mujer soltera; como si la solución fuera pasar a ser “propiedad de un hombre”, para que -solo entonces- parara el acoso.
Tenemos que lograr que ese sentido común cambie, lograr ser mujeres libres, sin importar si somos solteras, casadas, viudas, heterosexuales o lesbianas. No importa. Lo importante es que seamos seres libres. Las personas. Y para eso nos toca alzar la voz y exigir justicia.
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*Marisa Glave Remy es Congresista de la República por la bancada Nuevo Perú.
Cuesta quitar en todas las facetas el patriarcado. Está demasiado tatuado en nuestra piel. TODO ESTÁ CAMBIANDO. Sé fuerte en tu lucha, merece la pena!!
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Lo máximo Marissa!!! Eres lo mejor que tenemos !!! Gracias por esta lucha … yo la sigo por mi hija , por mi esposa por mis hermanas y sobrinas ; y por todas las mujeres del PERU y del mundo … tenemos que cambiar … cuenta conmigo !!!
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Por audaz, por valiente, pero sobre todo, por tu lucha permanente, constante, en defensa no solo del las mujeres, sino de los/as vulnerable, de los derechos de los sin derecho, de los invisibles, gracias Marisa, los/as peruanas/os tenemos una voz en este Congreso, decadente infectado por la corrupción. Felicitaciones y éxitos
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Sra. Marissa muy importante la labor que realiza, cambiar un tipo de comportamiento tan arraigado significa una lucha constante en cada espacio posible, se puso en la agenda, toca insistir, hasta que comencemos a sentir vergüenza de nuestros silencios, le cuento que en el Cusco en el servicio de transporte urbano, ya es raro ver personas que no respeten los asientos preferenciales. Los comportamientos se pueden modificar, algunos con menor esfuerzo y otros con incentivos correctos y el compromiso de muchos, pienso que la batalla que está librando es del segundo tipo, así que manos a la obra, que no se callen las agresiones, que se evidencien, esta generación debe dejar un país más sensible y con ciudadanos capaces de ponerse en los pies del otro. No desmayé en esta batalla, estaremos muchos peruanos también peleando día a día, con fe en que sus líderes también comprenden que es tan importante llevar el pan a la boca como respetar la dignidad de las personas.
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Mis felicitaciones compañera Marisa, eres un ejemplo de mujer a seguir, por tu constante trabajo en apoyo a la mujeres, que durante mucho tiempo han sido vulnerados sus derechos, y gracias a tu incansable labor ahora las mujeres ahora ya tienen una ley que las protege. Sigue en ese camino compañera.
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Es lamentable tener que aceptar cuanta razón tiene en sus palabras. A cualquiera de nosotros a lo mejor nos cuesta reconocer y aceptar lo que dice por la “formación machista” que hemos recibido, pero está en nosotros mismos enmendar ésta situación y mejor aún inculcar a quienes corresponda hacer que la sociedad tiene que cambiar. Siga adelante. Y gracias.
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